En el encuentro de hoy volvemos a hablar del Verbo; yo podía decir lo mismo que en otros días con otras palabras, pero no va a ser así, hoy este encuentro me suscita otro nuevo comentario. Y como creo que después de que usted haya leído los 366 comentarios, de los respectivos encuentros expuestos, de los respectivos Evangelios de cada día del año 2012, creo que usted, amigo/a lector/a, es ya un experto/a en la fe o la espiritualidad, no en la materia como se dice coloquialmente, sino en algo mucho más trascendente, y dando por hecho que es así, con pocas palabras va a entender lo que quiero compartir con usted. Dios Padre existía antes de todos los tiempos. El Verbo existía igualmente antes de la creación del mundo, por medio de Él se hicieron todas las cosas. Y todos sabemos que Cristo es el Verbo encarnado, la Palabra; Palabra que tiene que hacerse carne para que la humanidad conozca mejor al Padre, tenga un mayor conocimiento de su voluntad, y para que sepa que puede vivir atormentada o en paz, dependiendo de lo elija. Atormentada: cuando piensa que no hay otro camino: pecar y pecar, llevando la carga del pecado eternamente. O la otra cara: vivir en paz; Dios (Cristo) nos ha liberado del pecado y dice: que se puede vivir con la voluntad de no pecar; pero, que dada nuestra fragilidad podemos caer en el pecado día a día aunque no debemos gozarnos en él. ¿Por qué no se gozan los cristianos en el pecado? Porque han conocido la bondad de Cristo y su amor hacia nosotros, y quieren imitarle. Además ya lo dijo Él: Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto (Mateo 5:48).
El Espíritu Santo, Espíritu de Dios, también existía antes de todos los tiempos, porque si es de Dios y Dios existía, su Espíritu estaba con Él. ¿Qué podríamos entender sobre la acción del Espíritu Santo? Que podría ser el brazo más potente, brazo ejecutor de Dios. Dice Jesús: Si eres detenido por mi causa y te llevan a los tribunales, en el juicio no te preocupes por lo que has de decir, el Espíritu Santo, pondrá en tus labios las palabras justas (Marcos 13:11). Cuando le pedimos auxilio a Dios en un momento límite, o en un estado angustioso, Dios que sabe lo que necesitamos y si no ha llegado nuestra hora, a través de su Espíritu, nos da o nos libera de esa situación. Y si ha llegado nuestra hora, no habrá intervención de cierto carácter físico, pero sí puede haberla de carácter espiritual. Si te pones en manos de Dios, aunque sea en el último momento de tu vida, Dios siempre te acogerá: veamos la parábola del Hijo Prodigo (Lucas 15, 11-32).
Juan, el Bautista, es el primer y mayor testigo del Hijo de Dios; testigo de primer orden, al que debemos considerar muy especialmente. Juan Bautista nos prepara el camino para llegar a Dios, o más bien, nos prepara a nosotros para el camino en el que podemos encontrar a Dios. Juan Bautista nos anuncia los pasos a seguir si queremos salvarnos y vivir en una atmósfera de paz, amor y gratitud. Juan Bautista es la primera persona puesta por Dios para presentarnos a su Hijo Jesús. Es el mayor de los profetas. Juan nos dice: que a Dios nadie lo ha visto jamás, solo Dios unigénito que está en el seno del Padre, solo Él es quien lo ha dado a conocer.
Juan el Bautista, con su corta vida pública, es uno de los personajes más queridos por Dios. Y no es difícil llegar a esta conclusión. Si este Evangelio nos habla de cuando y como empezó todo, origen de Jesús, origen del Verbo, la importancia de la Palabra y de que Dios mandó a su Hijo para que llegase integra a nosotros y de la manera más directa, veamos como en ese encuadre también nos sitúa a Juan Bautista; con estos datos y en este contexto nos podemos hacer una idea de la relevancia de este gran hombre. No lo olvidemos: Juan Bautista es una pieza clave en el organigrama espiritual establecido por Dios en la tierra, fue el primero que habló del Evangelio de Dios.
Hagamos gran énfasis sobre nuestro origen y sobre la dependencia que tenemos de Dios nuestro Creador, si queremos vivir en paz y como verdaderos hermanos, hasta que alcancemos la vida suprema. Para terminar, se nos presenta un gran interrogante. ¿Por qué la Historia Sagrada, la relación de Dios con el hombre ha tenido que ser así? ¿Qué aspectos hemos de tener en cuenta para valorar si ha sido todo un acierto o ha sido un fracaso? Empecemos por el hombre. ¿El hombre en su conjunto se siente satisfecho de haber nacido y de su evolución o progreso? Si la respuesta es afirmativa, Dios acertó en la creación.
¿Qué ha necesitado el hombre básicamente para vivir y progresar? Útiles de carácter físico. Siempre el hombre necesitó de la materia para crear herramientas de supervivencia. Y siempre el hombre vivió agrupado en poblados, pueblos, aldeas y hoy ciudades. La comunicación entre sí fue necesaria y muy valiosa; a través de ella y entre pueblos se progresó y sin ella se permaneció durante siglos como en la edad de piedra, valga el símil. El aislamiento acrecienta la ignorancia, la comunicación acrecienta el progreso.
El hombre también desde tiempos remotos creyó en lo trascendente, en la inmortalidad, ahí teníamos a Egipto hace seis mil años. Siempre en algunas partes del mundo se creyó en poderes sobrenaturales, no siempre de manera inducida y sí actuando por propia iniciativa. Parece una contradicción, que el hombre con lo materialista que es en toda lógica, que crea en lo trascendente. Y eso es algo que el hombre no domina, algunas veces cree sin saber porque cree. Ahora viene la fuerza imparable y el sentido común, fuerza y sentido llenos de sabiduría que emergen del plan de Dios, plan establecido desde el origen del mundo, porque Dios, como creador nuestro que es, conocía todos nuestros desequilibrios dentro de una inteligente evolución, una huida o renuncia al trabajo físico y una tendencia a trabajar usando la mente, entre muchos otros aspectos.
Dios a través de su plan y de sus hombres de confianza, fieles hasta dar su vida por la defensa de dicho plan, nos hacen ver que no queda otra que admitir que Dios no se equivoca, y lo que aparentemente a principio puede parecer un fracaso, terminará siendo un éxito rotundo, entendiendo por éxito lo que Dios desea, que no tiene por qué coincidir con lo que nosotros entendemos por éxito. Para Dios el desprendimiento puede estar más cerca del éxito que la ambición y la riqueza; la bondad que el egoísmo; la misericordia que el rencor y el sacrificio, y así en este orden; seguramente el éxito está en comprender a Dios y obrar según su voluntad. Es como participaremos del patrimonio que nos tiene reservado (Gálatas 4, 4-7). Seremos coherederos con Jesús de las riquezas del cielo. Lo demás ya lo sabéis todo Juan 1, 1-5.9-18
Feliz Año Nuevo en el amor de Dios.