Padre Nuestro, Padre de todos. Todos somos hijos adoptivos si creemos en Jesús, Hijo de Dios. Hoy el encuentro trata del Padre Nuestro, y no quisiera con mi relato interpretativo provocar espanto en los lectores, solo busco profundizar en la literalidad de las palabras, esperando que el lector saque el máximo partido como yo he sacado. Dios es mi creador y yo poco menos que polvo seré, por ser barro de dónde vengo; sin embargo, os haré participes de algo que en una de mis reflexiones y mis encuentros con el Señor he descubierto. Cuando hayáis leído este escrito quizá alguno prefiera no haberlo leído. Sobre todo, si le ha producido un poco de confusión un relato tan extenso. A pesar de eso, si yo supiera que mi opinión es compartida por varios lectores rebosaría de gozo, aunque me llamaran pesado otros por insistir en la necesidad de interpretación sobre algo de dominio público como es el Padre Nuestro.
Todo el mundo está convencido de que el empleo de esta oración es para ese momento personal de intimidad con Dios, y sin embargo, la misma está llena ruegos colectivos que no debemos restarle importancia. El Padre Nuestro, seguramente es la oración más ofrecida al Señor. Cristo nos dijo: cuando ores, cuando desees tener una comunicación con Dios, no es necesario que vayas al Templo (Jerusalén), ni a la Catedral de la Almudena, -digo yo-, si vives en Madrid, basta con que entres en tu habitación, y en silencio, sin ruidos, ni demasiada iluminación, te concentres y tengas la absoluta certeza de que Dios te escucha, -esto lo dice Jesús- no necesitas hablar mucho, ni con palabras grandilocuentes, Dios valora la sencillez y sabe lo que tú necesitas, pero le agrada que se lo pidas con tus labios y con todo tu corazón.
Cristo, que sabe de nuestra timidez, de nuestra vergüenza y torpeza para articular palabras, para crear una oración bonita y sincera a los oídos de Dios, nos ofreció esta posibilidad de agradarle rezando sólo el Padre Nuestro. Esta oración es pura, llena de amor, ternura, reconocimiento y verdad. Con ella ponemos de manifiesto un triángulo de amor: Dios, mundo y orante. Aunque nuestra relación es personal con Dios, cuanto más amemos a Dios más tenemos que servir de puente para las necesidades del mundo. Esa parte del mundo que está en sus quehaceres, necesita de alguien que se acuerde de ellos y que le pida a Dios haga llegar su gracia a buenos y malos (a todos ellos, manda Dios la lluvia, a justos e injustos) (Mateo 5:45); por ello, nosotros que le hemos conocido por la fe que desde niños recibimos, y que ha despertado en nuestros corazones, ya un poco mayores pero a tiempo, ese deseo de que comparta Dios su gracia, por ello, pidámosle por estas personas que no han tenido nuestra misma suerte. Si estamos en esa sintonía con Dios y con nuestros semejantes, no tendremos mucha dificultad para comprender a fondo la intención que conlleva el rezo de esta oración.
–Padre Nuestro: Ya el nombre de la oración se hace extensivo a todo el mundo, quiere decir Padre de todos, no solo de nuestra mujer/marido, hijos, familia, comunidad. Dios es padre de todos los hombres, hechos por Él a su imagen y semejanza. Todos somos hijos de Dios y por tanto podemos ser hijos adoptivos y herederos, siendo por ello natural que trabajemos en la hacienda hasta el final de nuestros días; si abandonamos, la herencia será para los que se queden.
–Que estás en el cielo: Es evidente que está en el cielo, allí tiene su trono y desde allí vendrá su Hijo a juzgar a vivos y muertos. Su reino no es de este mundo. Su reino está en el cielo y Él está sentado a la derecha del Padre.
–Santificado sea tu nombre: Reconocimiento por todo el mundo de que su nombre es Santo, haciendo honor a esa santidad.
–Venga a nosotros tu reino: Señor, este mundo que tú nos has regalado es hermoso, atractivo y gozoso en los placeres de la carne, pero también es un mundo injusto, la falta de amor y de justicia hace que impere el crimen, la droga, la prostitución, la explotación del hombre por el hombre, el hambre que no desaparece, la enfermedad y el dolor que lleva aparejado, campa por sus fueros. Con tu reino establecido en la tierra, en la que tú serías nuestro único Rey, todo este mal existente desaparecería y todo sería un clamor de agradecimiento a nuestro Dios, a ti, Señor.
–Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo: Mi Dios querido, mi poca inteligencia me lleva a pensar que en el cielo se hace tu voluntad, lo extraño sería lo contrario. El que te conoce, incluso en la tierra, se somete a ti por amor, por amor recíproco, porque tú eres el primero que nos has amado y nos amas. Te presiento Señor, entronizado, con tu Santo Hijo a tu derecha, millones de ángeles, y millones de almas y espíritus de origen humano, alabándote y, esperando y deseando ver un gesto tuyo para servirte y obrar según tu voluntad. Estamos ansiosos de que tu santa voluntad se ejerza en la tierra, que sea el bien el que nos domine, y que seas tú, mi Señor, el que nos gobierne.
–Danos hoy el pan de cada día: Señor, que no nos falte el pan a nadie, pero especialmente a aquellos que tienen la marca del hambre. A nosotros que vivimos en la abundancia, nos puedes dejar un poco para atender a tus hijos desfavorecidos; se generoso con ellos y dales prosperidad que bien se lo merecen, por la historia de crímenes, guerras y hambre que han pasado. Apiádate de ellos lo primero. A tu pueblo le distes el maná y éstos, sin ser tu pueblo, igualmente son tus hijos y merecen el pan de cada día, hoy también.
–Perdona nuestras ofensas: Todos, Señor, cargamos cada día con el peso de nuestro pecado, fruto de nuestras desviaciones, ambiciones, instintos carnales, falta de fe, pero tú sabes que mucho de ello está originado por nuestra fragilidad, debilidad mental e ignorancia, y nuestro egocentrismo; tú sabes de nuestros miedos, de nuestra falta de amor y falta de fe, porque nadie nos habló de ti, y porque hemos estado ciegos por las luces del mundo de lo que nos sentimos presos.
–Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden: Estamos afirmando que perdonamos a nuestros deudores y a los que nos hicieron algún mal, yo acabo de hacer una reflexión y se me ha venido a la mente gente que me debe dinero y les tengo un cierto rencor, recuerdo también a otros que tiempo atrás me hicieron daño, nunca se me había ocurrido perdonarlos, hoy reflexionando con la oración del Padre Nuestro que nos enseñó tu Santo Hijo, Jesús, me veo entre la espada y pared y no sé qué hacer, aunque pensándolo bien creo que no vale la pena vivir con odio o rencor en el corazón; vivir en apariencia una amistad contigo es una farsa indigna, hablarte con la confianza que un hijo habla a su padre y pretender ocultarte mis desavenencias con miembros de mi familia, con amigos que dejaron de serlo, con personas que en mi etapa laboral tuvimos roces significativos, y con varios vecinos que me caen fatal. Hoy Señor, me has llegado al corazón y quiero estar limpio cuando me dirija a ti de nuevo ofreciéndote esta profunda oración. Hoy perdono a todos los que me hicieron mal a lo largo de mi vida y te pido Señor por ellos para que los colmes de bendiciones y prosperidad. Todo lo bueno que deseo para mí que les venga antes a ellos. Señor yo los perdono, te pido que los perdones tú también.
–No nos dejes caer en la tentación: Si yo te pido, mi Señor, que me disculpes porque fui tentado y caí, también pido que nos libres a mis hermanos y a mí de caer en tentación. Por supuesto que hoy soy más fuerte que ayer y habrá otros que también lo sean, pero aun así necesitamos tu ayuda, Señor, con ella lo superaremos todo, aunque lo más fácil y mejor es, que apartes las tentaciones de nuestro camino. Tú sabes mejor que nadie lo débiles que somos y que podemos caer; aparta lo malo para no traicionar tu confianza, para no separarnos de ti ni un instante, para no ser motivo de tropiezo para otros, apártanos de la tentación y, si hemos caído, ayúdanos a salir de ella inmediatamente. No queremos dejarte nunca más.
–Y líbranos del mal: Líbranos de las garras del maligno y déjanos vivir bajo tu protección. La paz está en ti, no queremos violencia. La verdad está en ti, no queremos mentira. El gozo está en ti, no queremos tormento. Queremos ser súbditos tuyos, la rebeldía no es nuestra aliada. Acéptanos Señor, como servidores tuyos. Cuando hacemos estos ruegos a Dios Padre en el Padre Nuestro, casi siempre lo hacemos movidos por necesidades personales, deberíamos hacer la petición extensiva a otros hermanos nuestros que se encuentran en nuestra misma situación, al menos para aquellos que tienen la misma necesidad.
No debemos rezar el Padre Nuestro si guardamos rencor a alguien, si estamos enemistados con alguien, si nos cae mal alguien; hay que superarlo y buscar la reconciliación. Dios lo está esperando. Seguro que nos recompensará abundantemente este cambio de actitud. Ya puedo pedir y ofrecer cualquier cosa al Señor sin temor a que me ponga la cara colorada.
Ya le puedo decir, que el amor que Él me da ha fructificado en mi corazón y estos son los primeros frutos. Es posible que muchos no piensen como yo sobre el Padre Nuestro, pero sería conveniente, a mi modo de ver, que todos los ruegos que se hacen cuando se reza, se hicieran extensivos a todos los hombres de la tierra Mateo 6, 7-15
Reflexión: